domingo, 14 de febrero de 2016

Martínez Carrión en tiempos de visita papal



La caricatura no sólo tiene una función estética, periodística  o hilarante, los monos que retratan nuestros caricaturistas son un testimonio histórico de gran valor, entre otras cosas, porque estaban hechos al momento y para el momento.

Ello implica que pueden ser fallidos, pero también que es lo que se pensaba en el momento.
Las grandes caricaturas lo son por la calidad estética y por la permanencia histórica.
Jesús Martínez Carrión fue un monero de combate, militante liberal, magonista, que nunca perdonó las traiciones de Porfirio Díaz al Estadio laico, a los principio juaristas que dieron origen a la separación Iglesia-Estado.

Su presencia en la caricatura tuvo un nivel excepcional y es, sin duda, uno de nuestros grandes caricaturistas que a través de su arte dejó un testimonio invaluable y una crítica tal que hoy, 1120 años después sigue vigente, sobre todo ante la sumisión presidencial al poder eclesiástico. Si el retrato de Fox hace unos años, hincado ante el papa y besando su mano, la comunión de Peña Nieto tiene un impacto igual: sumisión a la iglesia católica.

Tenemos una clase política vergonzosa. No hace mucho, el juarista Liopez fue hasta el Vaticano a entregar una medallita, mientras la señora Calderón se hace notar esperando al papa en la calle como cualquier persona o como cualquiera.
Las caricaturas de Martínez Carrión son demoledoras por la crítica a las obscenidades del clero, tema tan vigente hoy en día y que el aparato burocrática que gobierna el Vaticano (y el mundo católico) omite vergonzosamente, como por la sumisión porfirista (hoy priista-panista-perredista.morenissta, etc.) al Estado vaticano.



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