miércoles, 24 de julio de 2013

Las moneras llegaron ya...

La Jornada Semanal,   domingo 13 de julio del 2003        núm. 436
 Agustín Sánchez González
No son todas. 
La historia de la exposición, que ahora se convierte en libro, comenzó hace más de un año. El encuentro, el descubrimiento, el hallazgo fue sumamente lento. Ya en el Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana, publicado en 1997, había registrado siete mujeres caricaturistas. Sin embargo, esta cifra fue aumentando paulatinamente, conforme pasaba el tiempo. De siete llegué a sumar quince, al decidir realizar una exposición que se iba posponiendo. Lo ideal hubiera sido conformar la exposición con todas, pero las dificultades fueron enormes; por ello, siguiendo un patrón de asamblea, fueron descartándose moneras.
Les cuento de las quince y cómo llegué a cinco: el rastreo comenzó al revisar el clásico libro La caricatura en México, de Rafael Carrasco Puente, donde se menciona a Emma Best (1895-?) como "la mujer que más caricaturas ha publicado". Sin embargo, no existe mayor información. Por algún artículo de José Juan Tablada, supe que estuvo casada con el caricaturista Enciso. Recientemente descubrí que es autora de los libros de cuentos La perla azul (1937) y 12 cuentos (1938), mismos que firmó como Emma Best de Enciso.
En su libro Un siglo de caricatura en México, Rius señala a Palmira Garza (1937) como "la única mujer caricaturista que ejerce en México".
En 1998, el investigador Tomás Zurián presentó una exposición de caricaturas de Nahui Ollin (1893-1978), en el Museo Mural Diego Rivera. Carmen Mondragón, que era su nombre real, fue famosa por su pintura naïf y, hay que decirlo, por sus escándalos y amores. 
Un ejemplar de aniversario de La Garrapata, en su tercera época, mostró a la monera Alicia (1949), veracruzana, que también colaboró en Unomásuno. No hubo mayores datos. Hace poco localicé a la editora de la revista, Alicia Yolanda Reyes, quien me señaló: "La chica que dibujó alguna vez en La Garrapata, llegó, dejó sus cosas y no apareció más."
Las demás, contemporáneas, fueron más fáciles de localizar: a Guadalupe Rosas (1965) la conocí en El Universal hace unos doce años. Es miembro de la smc, fue directora del Museo de la Caricatura y ha colaborado en diversos medios de comunicación.
Landy (1966), Patricia Aguilar Palafox, ha realizado su trabajo en Villahermosa, Tabasco. En 1990 obtuvo el Premio Estatal de Periodismo; en 1993 publicó No es cosa de risa.
Pego (1967), Cecilia Pego, comenzó a colaborar en el Diario de Ciudad Juárez y más tarde regresó a la Ciudad de México, donde participó en La Jornada. Es autora de Box Populi y de Sardonia y su perro Chamuco. Actualmente está dedicada a la pintura.
Jotavé (1972), Jazmín Velasco, comenzó a trabajar en Paréntesis, de Guadalajara; durante mucho tiempo publicó en Unomásuno. Desde hace tiempo se dedica a la historieta. Es autora de un libro excepcional: La línea de Steinberg.
En agosto de 1996, El Chamuco convocó al Primer Concurso Nacional de Moneras. En enero de 1997 señalaba que "durante tres meses y medio... llegó la fabulosa cantidad de una participante". Sin embargo, según la revista, en el último mes llegaron decenas de caricaturas, historietas y cartones. Justo en ese número aparecieron cartones de Luzbel, Érika Martínez, Bibi Ayala y Cintia Bolio.
En los siguientes números desaparecieron todas. Sólo Cintia Bolio (1969) volvió aparecer en el número de marzo, convirtiéndose, de hecho, en la única monera que continuó en la revista. 
He sabido de otras historias, como la de una chica llamada Cristina, que también conocí en los tiempos en que ambos colaborábamos en El Universal, entre 1988 y 1990; Alma Ontiveros, hija del caricaturista Alfonso Ontiveros, destacada en una pequeña nota por el caricaturista Tuno, en su revista Quién es en... carikatura y, finalmente, de Jesusa Rodríguez, de quien Raquel Tibol lamentó el que "no desarrollara ese talento", tras presentar unas tiras cómicas en la Bienal de Nuevas Tendencias, en 1977.
Sin embargo, en pleno 2003, de este grupo de mujeres, prácticamente la única monera en activo es Cintia Bolio, cuyo trabajo puede disfrutarse enMilenio Diario, Milenio Monterrey y en el suplemento Doble Jornada, de La Jornada.
La exposición Las moneras llegaron ya es el resultado de más de un año de trabajo. En ella participan cinco moneras. En estricto orden alfabético: Cintia Bolio, Guadalupe Rosas, Jotavé, Palmira y Pego.
La característica común de nuestro quinteto fue su presencia más o menos continua en la prensa, tanto del interior del país (tal es el caso de Pego), como en la prensa nacional, las otras cuatro.
En este sentido, Landy debería figurar también, pero se perdió de vista hace tiempo. La buscamos sin éxito. El caricaturista Pedro Sol estuvo en mayo de 2003 en Villahermosa, Tabasco, y tampoco logró conectarla. De las otras moneras que alguna vez publicaron en diarios, desde hace mucho tiempo nadie sabe nada.
La localización del quinteto fue un poco complicada. Palmira vive hace mucho tiempo en Cuernavaca, retirada de la caricatura. Jotavé estudia Multimedia en Londres, pero Lupita Rosas tenía su correo electrónico. Pego hace varios años se dedica a la pintura y a impartir clases de acuarela; gracias a Arturo García, buen amigo de La Jornada, logré su encuentro; a Cintia Bolio bastó con mandarle un mensaje electrónico para que, gustosa, aceptara colaborar, y Lupita es miembro de la smc y, como ya mencioné, siempre hemos estado más o menos cerca.
En esta historia no podía faltar el detalle chusco. En la revista Vértigo comencé a ver cartones firmados por Teta, que supuse mujer. Le escribí un correo "invitándola" a participar en la exposición, pero resultó que Teta era un caballero...
¿Qué tienen en común las cinco mujeres que conforman esta asamblea de moneras? Sin duda, a todas les preocupa el problema de género. Algunas de ellas militan (Cintia) o han militado (Pego) en el campo del feminismo. Ambas, además, han realizado una caricatura política crítica, sarcástica, irónica. Durante una década, Pego se dedicó a la caricatura y la historieta que, junto a sus estudios de ingeniería civil, la condujeron a otro tipo de creación estética: la pintura. Ya sin las presiones que exige la prensa, Pego vive encerrada manejando volúmenes y colores de manera excepcional.
Jotavé solía hacer cartón político hace diez años hasta que, en sus propias palabras, "después de cinco años me di cuenta de que la política me aburría mortalmente. Además nunca logré entender nada, ni quién era quién, y además me deprimía mucho tener que leer las noticias y tratar de sacar algo divertido... muy mal. Así que me moví hacia la industria de libros infantiles." En sus venas, sin duda, tiene tinta, pues su padre fue monero (Joaquín Velasco).
Es en el género de la historieta donde Palmira se mueve en un medio natural. Formada por Gabriel Vargas, sus primeros trabajos son parte de La familia Burrón. Más tarde incursiona en diversos medios, con personajes característicos a quienes no les hace falta la nariz para respirar. Ha hecho tantas tiras que podría cubrir toda la ciudad con ellas. Lamentablemente, hace doce años dejó los monos.
Lupita Rosas ha tenido una presencia importante como ilustradora en los medios. En 2001 ganó el Premio de Ilustración y aunque no suele hacer cartón político, cuando lo hace, impacta sobremanera. Ella es prácticamente la única del quinteto que tiene formación académica, incluso a nivel posgrado, en artes plásticas, y sus trazos dan cuenta de ello.
Cintia Bolio jamás oculta su militancia feminista pero siempre va más allá. Una característica importante es que desde sus primeros cartones ya tenía un estilo estético propio, cuyas variaciones a lo largo de estos cinco años como profesional, han mejorado excepcionalmente.
Esta exposición intenta dar respuesta a una pregunta que me suelen hacer, cada vez que hablaba de caricatura, ya en conferencias, cursos o personalmente. ¿Por qué no hay mujeres caricaturistas?
Aquí están cinco, ahora podré afirmar, aunque difícilmente contestaría las razones y no estoy tan seguro de que sea vital responder. Hay quien señala que, simplemente, no les interesa. Hace un par de meses, en marzo de 2003, en el sitio de internet Humoralia.com se discutió, durante varias semanas, el tema "¿Por qué no hay muchas mujeres humoristas?" Pensé que ello me resolvería el problema al que me enfrenté con este tema. No fue así. Simplemente, quedé perplejo ante las respuestas. Una cosa me llamó la atención: la coincidencia de varias mujeres, en el sentido de preguntarse: ¿será que las mujeres no toman en serio el dibujo humorístico?
Al respecto, Lupita Rosas me escribió: "El hombre maneja diferente el humor, al género femenino nos cuesta dominarlo, quizá somos más crudas. Creo que la ironía y el humor se encuentran cargados de masculinidad; el manejo del lenguaje visual, el hecho en sí de exagerar los rasgos... Me parece que el lenguaje de la mujer es el oral, somos más dispersas en nuestra manera de percibir y por lo tanto de trasmitir la idea, y la caricatura es muy concreta."
En cuanto a otras mujeres que han trabajado el humor, me parece que esta es la ocasión adecuada para rendir un homenaje a la periodista y escritora Magdalena Mondragón, quien escribió Los presidentes me dan risa, en una edición de autora y que fue censurado en pleno gobierno de Miguel Alemán. Años después publicó México pelado... ¡pero sabroso!(1973).
¿Por qué no hay mujeres caricaturistas? Termino este texto con la pregunta que convocó a esta asamblea de moneras. Hay quien dice que las mujeres no tienen sentido del humor, lo cual puede ser una buena provocación. Empero, la respuesta pierde sentido cuando uno mira la excelencia de sus cartones. Esta mirada de mujer, este lápiz cargado de ironía, de belleza, de incertidumbre, de dudas, de críticas y, sobre todo, de una visión distinta de la vida...o son todas. 
La historia de la exposición, que ahora se convierte en libro, comenzó hace más de un año. El encuentro, el descubrimiento, el hallazgo fue sumamente lento. Ya en el Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana, publicado en 1997, había registrado siete mujeres caricaturistas. Sin embargo, esta cifra fue aumentando paulatinamente, conforme pasaba el tiempo. De siete llegué a sumar quince, al decidir realizar una exposición que se iba posponiendo. Lo ideal hubiera sido conformar la exposición con todas, pero las dificultades fueron enormes; por ello, siguiendo un patrón de asamblea, fueron descartándose moneras.
Les cuento de las quince y cómo llegué a cinco: el rastreo comenzó al revisar el clásico libro La caricatura en México, de Rafael Carrasco Puente, donde se menciona a Emma Best (1895-?) como "la mujer que más caricaturas ha publicado". Sin embargo, no existe mayor información. Por algún artículo de José Juan Tablada, supe que estuvo casada con el caricaturista Enciso. Recientemente descubrí que es autora de los libros de cuentos La perla azul (1937) y 12 cuentos (1938), mismos que firmó como Emma Best de Enciso.
En su libro Un siglo de caricatura en México, Rius señala a Palmira Garza (1937) como "la única mujer caricaturista que ejerce en México".
En 1998, el investigador Tomás Zurián presentó una exposición de caricaturas de Nahui Ollin (1893-1978), en el Museo Mural Diego Rivera. Carmen Mondragón, que era su nombre real, fue famosa por su pintura naïf y, hay que decirlo, por sus escándalos y amores. 
Un ejemplar de aniversario de La Garrapata, en su tercera época, mostró a la monera Alicia (1949), veracruzana, que también colaboró en Unomásuno. No hubo mayores datos. Hace poco localicé a la editora de la revista, Alicia Yolanda Reyes, quien me señaló: "La chica que dibujó alguna vez en La Garrapata, llegó, dejó sus cosas y no apareció más."
Las demás, contemporáneas, fueron más fáciles de localizar: a Guadalupe Rosas (1965) la conocí en El Universal hace unos doce años. Es miembro de la smc, fue directora del Museo de la Caricatura y ha colaborado en diversos medios de comunicación.
Landy (1966), Patricia Aguilar Palafox, ha realizado su trabajo en Villahermosa, Tabasco. En 1990 obtuvo el Premio Estatal de Periodismo; en 1993 publicó No es cosa de risa.
Pego (1967), Cecilia Pego, comenzó a colaborar en el Diario de Ciudad Juárez y más tarde regresó a la Ciudad de México, donde participó en La Jornada. Es autora de Box Populi y de Sardonia y su perro Chamuco. Actualmente está dedicada a la pintura.
Jotavé (1972), Jazmín Velasco, comenzó a trabajar en Paréntesis, de Guadalajara; durante mucho tiempo publicó en Unomásuno. Desde hace tiempo se dedica a la historieta. Es autora de un libro excepcional: La línea de Steinberg.
En agosto de 1996, El Chamuco convocó al Primer Concurso Nacional de Moneras. En enero de 1997 señalaba que "durante tres meses y medio... llegó la fabulosa cantidad de una participante". Sin embargo, según la revista, en el último mes llegaron decenas de caricaturas, historietas y cartones. Justo en ese número aparecieron cartones de Luzbel, Érika Martínez, Bibi Ayala y Cintia Bolio.
En los siguientes números desaparecieron todas. Sólo Cintia Bolio (1969) volvió aparecer en el número de marzo, convirtiéndose, de hecho, en la única monera que continuó en la revista. 
He sabido de otras historias, como la de una chica llamada Cristina, que también conocí en los tiempos en que ambos colaborábamos en El Universal, entre 1988 y 1990; Alma Ontiveros, hija del caricaturista Alfonso Ontiveros, destacada en una pequeña nota por el caricaturista Tuno, en su revista Quién es en... carikatura y, finalmente, de Jesusa Rodríguez, de quien Raquel Tibol lamentó el que "no desarrollara ese talento", tras presentar unas tiras cómicas en la Bienal de Nuevas Tendencias, en 1977.
Sin embargo, en pleno 2003, de este grupo de mujeres, prácticamente la única monera en activo es Cintia Bolio, cuyo trabajo puede disfrutarse en Milenio Diario, Milenio Monterrey y en el suplemento Doble Jornada, de La Jornada.
La exposición Las moneras llegaron ya es el resultado de más de un año de trabajo. En ella participan cinco moneras. En estricto orden alfabético: Cintia Bolio, Guadalupe Rosas, Jotavé, Palmira y Pego.
La característica común de nuestro quinteto fue su presencia más o menos continua en la prensa, tanto del interior del país (tal es el caso de Pego), como en la prensa nacional, las otras cuatro.
En este sentido, Landy debería figurar también, pero se perdió de vista hace tiempo. La buscamos sin éxito. El caricaturista Pedro Sol estuvo en mayo de 2003 en Villahermosa, Tabasco, y tampoco logró conectarla. De las otras moneras que alguna vez publicaron en diarios, desde hace mucho tiempo nadie sabe nada.
La localización del quinteto fue un poco complicada. Palmira vive hace mucho tiempo en Cuernavaca, retirada de la caricatura. Jotavé estudia Multimedia en Londres, pero Lupita Rosas tenía su correo electrónico. Pego hace varios años se dedica a la pintura y a impartir clases de acuarela; gracias a Arturo García, buen amigo de La Jornada, logré su encuentro; a Cintia Bolio bastó con mandarle un mensaje electrónico para que, gustosa, aceptara colaborar, y Lupita es miembro de la smc y, como ya mencioné, siempre hemos estado más o menos cerca.
En esta historia no podía faltar el detalle chusco. En la revista Vértigo comencé a ver cartones firmados por Teta, que supuse mujer. Le escribí un correo "invitándola" a participar en la exposición, pero resultó que Teta era un caballero...
¿Qué tienen en común las cinco mujeres que conforman esta asamblea de moneras? Sin duda, a todas les preocupa el problema de género. Algunas de ellas militan (Cintia) o han militado (Pego) en el campo del feminismo. Ambas, además, han realizado una caricatura política crítica, sarcástica, irónica. Durante una década, Pego se dedicó a la caricatura y la historieta que, junto a sus estudios de ingeniería civil, la condujeron a otro tipo de creación estética: la pintura. Ya sin las presiones que exige la prensa, Pego vive encerrada manejando volúmenes y colores de manera excepcional.
Jotavé solía hacer cartón político hace diez años hasta que, en sus propias palabras, "después de cinco años me di cuenta de que la política me aburría mortalmente. Además nunca logré entender nada, ni quién era quién, y además me deprimía mucho tener que leer las noticias y tratar de sacar algo divertido... muy mal. Así que me moví hacia la industria de libros infantiles." En sus venas, sin duda, tiene tinta, pues su padre fue monero (Joaquín Velasco).
Es en el género de la historieta donde Palmira se mueve en un medio natural. Formada por Gabriel Vargas, sus primeros trabajos son parte de La familia Burrón. Más tarde incursiona en diversos medios, con personajes característicos a quienes no les hace falta la nariz para respirar. Ha hecho tantas tiras que podría cubrir toda la ciudad con ellas. Lamentablemente, hace doce años dejó los monos.
Lupita Rosas ha tenido una presencia importante como ilustradora en los medios. En 2001 ganó el Premio de Ilustración y aunque no suele hacer cartón político, cuando lo hace, impacta sobremanera. Ella es prácticamente la única del quinteto que tiene formación académica, incluso a nivel posgrado, en artes plásticas, y sus trazos dan cuenta de ello.
Cintia Bolio jamás oculta su militancia feminista pero siempre va más allá. Una característica importante es que desde sus primeros cartones ya tenía un estilo estético propio, cuyas variaciones a lo largo de estos cinco años como profesional, han mejorado excepcionalmente.
Esta exposición intenta dar respuesta a una pregunta que me suelen hacer, cada vez que hablaba de caricatura, ya en conferencias, cursos o personalmente. ¿Por qué no hay mujeres caricaturistas?
Aquí están cinco, ahora podré afirmar, aunque difícilmente contestaría las razones y no estoy tan seguro de que sea vital responder. Hay quien señala que, simplemente, no les interesa. Hace un par de meses, en marzo de 2003, en el sitio de internet Humoralia.com se discutió, durante varias semanas, el tema "¿Por qué no hay muchas mujeres humoristas?" Pensé que ello me resolvería el problema al que me enfrenté con este tema. No fue así. Simplemente, quedé perplejo ante las respuestas. Una cosa me llamó la atención: la coincidencia de varias mujeres, en el sentido de preguntarse: ¿será que las mujeres no toman en serio el dibujo humorístico?
Al respecto, Lupita Rosas me escribió: "El hombre maneja diferente el humor, al género femenino nos cuesta dominarlo, quizá somos más crudas. Creo que la ironía y el humor se encuentran cargados de masculinidad; el manejo del lenguaje visual, el hecho en sí de exagerar los rasgos... Me parece que el lenguaje de la mujer es el oral, somos más dispersas en nuestra manera de percibir y por lo tanto de trasmitir la idea, y la caricatura es muy concreta."
En cuanto a otras mujeres que han trabajado el humor, me parece que esta es la ocasión adecuada para rendir un homenaje a la periodista y escritora Magdalena Mondragón, quien escribió Los presidentes me dan risa, en una edición de autora y que fue censurado en pleno gobierno de Miguel Alemán. Años después publicó México pelado... ¡pero sabroso!(1973).
¿Por qué no hay mujeres caricaturistas? Termino este texto con la pregunta que convocó a esta asamblea de moneras. Hay quien dice que las mujeres no tienen sentido del humor, lo cual puede ser una buena provocación. Empero, la respuesta pierde sentido cuando uno mira la excelencia de sus cartones. Esta mirada de mujer, este lápiz cargado de ironía, de belleza, de incertidumbre, de dudas, de críticas y, sobre todo, de una visión distinta de la vida... 

martes, 23 de julio de 2013

MONEROS VS FOX

por Patricio Cortés
•  Él actúa las caricaturas, nosotros sólo lo dibujamos: Naranjo
•  El presidente se ha vendido como una marca: El fisgón
•  Él tiene la culpa por ser tan cómico: Rius
•  Es el más agredido en su vida privada porque lo ha provocado: Agustín Sánchez González.
La caricatura es y ha sido uno de los géneros más críticos de la prensa mexicana; con el desvanecimiento de aquella figura presidencial omnipotente e intocable, Vicente Fox es el centro de los embates fundados e infundados de los moneros. El tema cobra actualidad ahora que medio mundo se desgarra por cuidar la investidura presidencial.
Si bien en 1976 provocaba escándalo un dibujo de Naranjo del entonces saliente mandatario Luis Echeverría parado sobre un país en ruinas, publicado por Proceso, hoy es común ver caricaturas donde el actual presidente de México aparece lamiéndole las botas a George W. Bush o con cuerpo de perro paseado por empresarios. Aunque el término "cachorro del imperio" le ofendió bastante cuando vino de Hugo Chávez, presidente de Venezuela.
Si vemos las caricaturas publicadas en El Universal por Naranjo en los años 80, rara vez hacen alusión directa al presidente, pues sus críticas se centraban básicamente en el sistema donde, por ejemplo, aparecen las manos de los empresarios aplastando a los trabajadores.
Esa figura presidencial que fue decreciendo en las caricaturas a partir de los 70 y que antes estaba prácticamente ausente en cuanto a críticas, excepción hecha de los semanarios Política y La Voz de México, hoy es el ojo del huracán. Después de décadas de censura, la apertura de los últimos sexenios, sumada a lo pintoresco de nuestro actual presidente, han generado una avalancha de cartones que van desde la crítica justificada, hasta las burlas e insultos.
Tal vez Fox lo propició, pero la caricatura es un género de alta penetración que también inconscientemente puede desviar atenciones, ya hemos visto viajes presidenciales donde sólo se habló de unas botas de charol en lugar de los acuerdos.
Agustín Sánchez González, investigador sobre la historia de la caricatura, reconoce que hay una banalización de la caricatura a partir de la desmitificación de la figura presidencial. Sin embargo, advierte que es el mismo Fox quien lo ha propiciado con actitudes como imitar a Ponchito en su programa de radio y burlarse de Andrés Manuel López Obrador en anuncios de radio y televisión.
"Él ha sido el más agredido en el sentido de meterse a la vida privada, pero porque él lo ha provocado. La falta de respeto que ha habido hacía sí mismo ha partido de Fox, cuando él saca a su nieto haciendo la V de la victoria. Si tú no quieres que se metan con tu familia, no la metas al juego. Cuando empieza la toma de posesión y lo primero que hace es saludar a sus hijos, es meterlos al juego; y luego además se casa con su vocera, la mete al juego", agrega.
Explica que el mismo Fox afecta la imagen presidencial con las declaraciones que hace; lo cual contrasta con mandatarios de antaño como Adolfo Ruiz Cortines, quien cada vez que soltaba una palabrota decía, perdón investidura. Ejemplifica: "El caso patético fue el de (Fidel) Castro, escandaloso. Mientras Castro todo el tiempo, con la formalidad de un mandatario y con el callo de 40 años de dictador, hablándole de usted y éste nunca se da por enterado. Castro lo llevó por donde quiso, esto denota la crisis del presidencialismo, la crisis de las instituciones históricas".
En este sentido Rafael Barajas, El fisgón, comenta: "Yo creo que criticar las botas de Fox, sin criticar la esencia no tiene caso. Lo que pasa es que las botas de Fox son criticables porque Fox se ha vendido como una marca y las botas son parte de la envoltura, siendo el cinturón la etiqueta. Fox se vendió como una mercancía, esta frivolización o trivialización de la imagen presidencial se corresponde muy claramente a lo que ha hecho el propio Fox".
Al cuestionarlo sobre si en este sexenio se facilita la caricatura, Rafael Barajas responde: "Yo creo que cada sexenio tiene su chiste. Aquellos sexenios donde hubo realmente presión por parte del Estado para que no se dijera nada, tenían su chiste porque en aquel momento, los caricaturistas buscaban mecanismos divertidos fuera de lo común y ahora pueden hablar directamente sin tapujos de todas estas historias. Entonces tienen sentidos diferentes, chistes diferentes".

¿Fox es más fácil de caricaturizar?
-Todos son caricaturizables, lo que sí es cierto es que Fox da más oportunidad, porque declara con más frecuencia y se da menos cuenta de lo que declara.

Eduardo del Río, Rius , en el mismo sentido manifiesta: "Él tiene la culpa por ser tan cómico, yo creo que la caricatura ha evolucionado muchísimo en comparación a la que se hacía en mis tiempos porque no había manera de decir las cosas que se están diciendo ahora; entonces los caricaturistas, dependiendo del medio donde trabajen, tienen libertad absoluta y además les pagan".
Rogelio Naranjo recalca que "muchas veces nos hace el favor de actuar las caricaturas, nosotros ya nada más dibujamos". Al cuestionar al caricaturista de Proceso y El Universal sobre las quejas del Presidente contra los presuntos ataques de la prensa, estalla contra el mandatario: "Pues si, y qué esperaba, es uno de los peores presidentes que ha tenido México, ¿que no lo tocaran?".

¿Cómo hace Naranjo para que su caricatura política no caiga en lo banal, la burla en lugar de la crítica?
-Es un resultado de muchos años, primero de politización y posteriormente de irse cuidando en el ejercicio de la prensa. Se exigía que fuéramos muy cuidadosos en algunas cosas para que se pudieran publicar, lo que finalmente resultaba en denuncias un poco tibias y con el tiempo se fueron haciendo más profundas.
Al referirse a aquellos moneros cuyo trabajo se centra en la adjetivación, opina: "Las cosas se van dando solas y si alguien abusa con la caricatura o hace insultos o dice cosas infundadas, solito se va cayendo. Esa persona no va a tener peso ni valor su crítica".
Al hablar de la caricatura de este sexenio existe un caso, el de Eko, destacado no por su calidad sino porque se trata de un caricaturista presuntamente despedido a petición de la Presidencia tras insultar a la primera dama. Este personaje a través de su cartón, en el ya desaparecido El Independiente, había dedicado gran parte de sus espacios a simples insultos al presidente mostrando en una tira que las ideas del Ejecutivo salen de donde la espalda pierde su nombre y en otras utilizó un sinnúmero de adjetivos contra los integrantes del gabinete. La gota que derramó el vaso fue cuando llamó a la esposa del presidente "mediatriz, bígama, divorciada"; resultado: su inmediato despido, no sin antes ofrecer la respectiva disculpa pública del dibujante y del periódico.
Al respecto Agustín Sánchez reconoce que existen casos donde se cae en la mera adjetivación, aunque no son la regla. "Se cayó en el exceso cuando Eko saca las caricaturas contra Martha Sahagún en El Independiente (diario desaparecido propiedad de Carlos Ahumada). No puedes caer en el insulto, o sea: la caricatura debe tener la calidad, elegancia y el discurso visual político contundente".
Sobre este mismo caso El fisgón opina: "Fue una cadena de errores. Los insultos a Martha Sahagún en esa tira fueron gratuitos y siento que fue un error publicarla, no tenía mucho sentido. Si lo que se dice es cierto, que el gobierno ejerció presión, el gobierno hizo mal".
Ante toda esta ola de caricaturas sobre y contra el Ejecutivo se ha comparado a Fox con Francisco I. Madero en cuanto al trato que ha recibido de la prensa; no obstante, Agustín Sánchez advierte que son momentos históricos distintos y que incluso el mismo Porfirio Díaz fue muy caricaturizado, al igual que Sebastián Lerdo de Tejada.
Frente a dicha comparación Rafael Barajas comenta: "De hecho hay un paralelo histórico entre Sebastián Lerdo y Madero mucho más claro que el que hay entre Fox y Madero. Tanto Lerdo como Madero fueron muy atacados por la prensa en su momento y hay quien manejó que habían caído por la presión de la prensa, esto es totalmente falso".
Agrega: "Yo creo que Madero y Lerdo fueron atacados esencialmente por la prensa porfirista, por un sector que estaba muy vinculado a un grupo de poder, este no es el caso. Hay muchas diferencias, Fox es apoyado por los grupos de poder que tienen medios informativos".
Algo que si está claro, es que hay una mayor libertad de expresión que durante el presidencialismo omnipotente, misma que se consolidó, según coinciden los experimentados caricaturistas Rius y Naranjo, durante el sexenio de Ernesto Zedillo; no obstante esto no fue gratuito, ni de la noche a la mañana.
El investigador sobre la historia de la caricatura, Agustín Sánchez González, refiere que desde el nacimiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hasta la desaparición del Excelsior de Julio Scherer, las críticas a la Presidencia a través de los moneros era prácticamente inexistente. Fue a través de este último suceso que se originó la apertura de nuevos medios y a su vez a la crítica al Ejecutivo, explica.
El investigador relata que el gran parteaguas fue La Garrapata (publicación en la cual participaron personajes como Naranjo y Rius), surgida en 1968, donde incluso se hizo referencia a la masacre de Tlatelolco, aunque con nombres disfrazados.
Eduardo del Río, decano de los moneros mexicanos, nos relata: "Antes, en los periódicos era imposible hacer un cartón contra el presidente y contra el PRI. Era dificilísimo meterse con ellos, eran los que pagaban".
Rememora la represión gubernamental que sufrió al ser uno de los primeros en criticar abiertamente al gobierno: "Cuando hacíamos La Garrapata nos quitaban el papel, no distribuían los números, teníamos intervenidos los teléfonos, nos perseguía la policía abiertamente, llegaban al taller y amenazaban al dueño que si seguían imprimiendo ahí La Garrapata le iba a ir mal. ¡Ésas son represalias!".
Resulta interesante ver cómo, aunque sea de manera algo velada, los caricaturistas ya hacían fuertes críticas a los gobiernos priístas cuando muy pocos columnistas se atrevían. En ese sentido, El fisgón comenta: "Como es un género de locos, es un género irracional, como género de dibujo, como género de humor, como género periodístico y porque trata de políticos mexicanos; entonces como se veía como género irracional, pues era más difícil censurar. Lo que es cierto es que quien abrió la libertad de prensa en México es gente como Rius, Naranjo y Helioflores".
Tan la palabra era más censurada que el dibujo, que el mismo Rius fue despedido de La Prensa, a pesar de ser de los pocos caricaturistas críticos, no por un cartón sino por una declaración que hizo en una asamblea como secretario de la Asociación Mexicana de Periodistas, contra Humberto Romero quien era el jefe de prensa de Adolfo López Mateos, según cuenta el caricaturista.
Eduardo del Río opina: "Fueron muy pocos los que dieron el brinco, yo creo que fue con Proceso y bueno antes con la revista Política. No fue tanto el régimen sino el medio, cuando se hizo una revista independiente de izquierda como Política; entonces ya había mucho más libertad, porque el dueño (Manuel Marcué Pardiñas) estaba mucho más interesado en hacer ese tipo de periodismo de combate, de crítica".
Regresando a este sexenio, Agustín Sánchez considera que lo mejor es que los caricaturistas ya realizan críticas incluso a la izquierda, lo cual no se veía antes a pesar de todos los años de dictador de Fidel Castro, nadie lo criticaba, ahora vemos incluso a Andrés Manuel López Obrador como blanco de los moneros.
Rius concluye, picaresco, refiriéndose a los nuevos caricaturistas "se les ha facilitado mucho porque cada día tenemos peores presidentes. No había habido un presidente que diera tanto material para vacilarlo, para mecerle los colmillos, como éste. Espero que me haya portado correctamente".

Lo cierto es que la caricatura es un género periodístico de gran tradición combativa y que destaca con agudas críticas, pero hoy ante una apertura como la que vivimos corre el riesgo de una simplificación hacia lo banal, de burlase más de los errores protocolarios que criticar los excesos y desaciertos gubernamentales.


*Forum 152 - Febrero de 2006 - Páginas 12-14 (pcortesc@yahoo.com.mx)

martes, 2 de julio de 2013

Una vecindad enorme donde vive la familia Burrón Homenaje a Gabriel Vargas (1915-2010)


Agustín Sánchez González


CENIDIAP, INBA
Revista BiCentenario #15
 
Si México no existiera, Gabriel Vargas lo habría inventado. Vargas vivió noventa y cinco años; dedicó casi ochenta al oficio de dibujante, de humorista gráfico. Fue un niño precoz que desde los 16 años ya estaba en los principales diarios mexicanos.
Fue el creador de un grandioso universo, una comedia humana: La Familia Burrón, una de las más expresivas crónicas gráficas, que expresa y refleja la vida cotidiana mexicana a través de una número vecindad ubicada en el callejón del Cuajo.
La Familia Burrón es un fenómeno dentro de la historieta universal; durante más de treinta años, llegó a tirar medio millón de ejemplares y cada uno de ellos era leído por cuatro personas y así, dos millones de mexicanos se deleitaban con estas historias.
Desde niño, Vargas no soñaba otra cosa más que en dibujar. Autodidacta, sólo terminó la educación básica. Apenas entró al primer año, lo pasaron al tercer grado; era un niño lector que devoraba libros, gracias a que su mamá le inculcó ese amor por las letras. Antes de los diez años había leído El Quijote y muchas otras lecturas clásicas.
A los trece años ganó un premio mundial de dibujo en Osaka, Japón; a los quince realizó un esplendido dibujo, el desfile que conmemoraba el “Día del Tráfico”, donde captó más de 5,000 personajes. No es una caricatura de la ciudad, es un dibujo inusual que aun denota los trazos nerviosos e inocentes, pero que ya recogen la aguda observación del cronista visual, del hombre que va a retratar a la sociedad mexicana del siglo XX. El dibujo original es una larga tira que mide sesenta centímetros de ancho por ciento sesenta de largo.
Su obra puede entenderse mejor con ese dibujo. Emociona el trazo inocente de un joven que durante varias décadas ha influido en la sociedad mexicana. La historia, y la vida, también, pueden entenderse mejor con la caricatura. A los 17 años comenzó a trabajar profesionalmente en el periódico Excélsior, el decano de la prensa mexicana, y a los 21 realizó su primera historieta: La vida de Cristo. Un año después debutó como humorista gráfico con una tira llamadaVirola y Piolita. Su mayor éxito ocurrió con Los Superlocos, cuyo protagonista, Jilemón Metralla y Bomba, se convirtió en el antihéroe ideal por excelencia. Es un vividor, un cínico que logra generar un humor fresco, en donde alcanza un momento de clímax en la historieta mexicana que, al igual que el cine de entonces, entra en su mejor época.
Jilemón Metralla y Bomba forma parte de una historieta para iniciados pues pocos mexicanos la conocieron ya que, tras la aparición de La Familia Burrón, jamás volvió a imprimirse. En 1948, le apostaron a Vargas realizar una historieta en la que una mujer fuera la protagonista. Quien lo hizo, perdió, entre otras cosas, porque no conocía la obra de Vargas, que tenía historietas como Purita Vaca Las del doce, en donde las mujeres tienen un destacado papel. Así nació La Familia Burrón, una peculiar historieta compuesta por el matrimonio de un peluquero pobre, don Regino Burrón, y su esposa, la aristócrata venida a menos, Borola Tacuche, así como sus dos tlaconetes: el Tejocote, Regino chico, Macuca y Foforito Cantarranas, hijo adoptivo, a quien recibieron de manos de don Susano Cantarranas.
El apellido Burrón se debe a que Vargas pensaba que los personajes nunca lograban realizar lo que querían a pesar de no ser tontos; está batalle y batalle y nunca prospera, es un burro, es un burrón. Así, don Regino no es tonto, pero como siguió la misma cosa de su papá, peluquero y peluquero, es un burro, relató en una entrevista a la escritora Elena Poniatowska.
Cuando le preguntaron a Gabriel Vargas cuántos números aparecieron, dijo:
¡Uyyyy! Han de haber salido miles. Ya ni me acuerdo. ¿Se imagina en 40 años lo que hice? Durante 18 años trabajé una página diaria en El Sol de México: media página en el matutino y media en el vespertino. Después, en Excélsior, durante doce o trece años hice “Sopa de perico” y una bola de cosas que ya ni me acuerdo. Además, cientos de historietas pequeñas...
Tras el fin de la empresa que lo editaba, la Cadena García Valseca, Vargas decidió marchar por su propia ruta y fundó con su esposa, la reportera Guadalupe Appendini, su propio sello editorial GyG (de Guadalupe y Gabriel) El 15 de septiembre de 1978, apareció el ejemplar número 1 de la segunda época: Borola para diputado.
Los monigotes de Gabriel Vargas, como él los llamaba, se convirtieron en uno de los íconos culturales mexicanos; es una manifestación artística que permite infinidad de lecturas. Su trabajo se inscribe en la crítica social, en la observación de la vida cotidiana, en el retrato de un país; en la comedia humana que reproduce está inmersa la tragicomedia mexicana, la estética de lo cotidiano, la microhistoria de la vida de vecindad, bajo el infierno y el cielo de México-Tenochtitlán, y que en pleno siglo XX es dibujado en tinta china.
La ciudad que trazó, y que asumió como propia, es una urbe con su propio dialecto, con un lenguaje chilango, un poco furris, un poco elegante. Ese microcosmos, convertido en la más grande ciudad del mundo permitió a Vargas tener argumentos durante cerca de mil números y más de ciento veinte mil dibujos. En la serie participaron alrededor de sesenta personajes, donde destacan la familia protagonista, pero hay más: Ruperto Tacuche, Cristeta Tacuche, Boba Licona, Susano Cantarranas, La divina Chuy, Briagoberto Memelas, Juanón Teporochas, Avelino Pilongano, Gamucita Pericocha viuda de Pilongano, etc., sin contar los personajes incidentales, como: Leontino Pantoja, Dodó Cucuruché, Imeldo Cascajo, Onofre Cabañas, Melitón Chagoya, Betina Berrones.
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